LEWIS CARROL, ALICIA A TRAVÉS DEL ESPEJO. Ed. electrónica en :

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Título original:

TROUGH THE LOOKING GLASS

“Sin embargo, lo único que le ocurrió al huevo es que se iba haciendo cada vez mayor y más y más humano: cuando Alicia llegó a unos metros de donde estaba pudo observar que tenía ojos, nariz y boca; y cuando se hubo acercado del todo vio claramente que se trataba nada menos que del mismo Humpty Dumpty. --¡No puede ser nadie más que él! --pensó Alicia. --¡Estoy tan segura como si llevara el nombre escrito por toda la cara!

Tan enorme era aquella cara, que con facilidad habría podido llevar su nombre escrito sobre ella un centenar de veces. Humpty Dumpty estaba sentado con las piernas cruzadas, como si fuera un turco, en lo alto de una pared... pero era tan estrecha que Alicia se asombró de que pudiese mantener el equilibrio sobre ella... y como los ojos los tenía fijos, mirando en la dirección contraria a Alicia, y como todo él estaba ahí sin hacerle el menor caso, pensó que, después de todo, no podía ser más que un pelele.

--¡Es la mismísima imagen de un huevo; --dijo Alicia en voz alta, de pie delante de él y con los brazos preparados para cogerlo en el aire, tan segura estaba de que se iba a caer de un momento a otro.

--¡No te fastidia...! --dijo Humpty Dumpty después de un largo silencio y cuidando de mirar hacia otro lado mientras hablaba; --¡qué lo llamen a uno un huevo...!, ¡es el colmo!...

…¡Qué hermoso cinturón tiene usted! --observo Alicia súbitamente (pues pensó que ya habían hablado más que suficientemente del tema de la edad; y además, si de verdad iban a turnarse escogiendo temas, ahora le tocaba a ella). --Digo más bien... --se corrigió pensándolo mejor-- qué hermosa corbata, eso es lo que quise decir...no, un cinturón, me parece... ¡Ay, mil perdones: no sé lo que estoy diciendo! --añadió muy apurada al ver que a Humpty Dumpty le estaba dando un ataque irremediable de indignación, y empezó a desear que nunca hubiese escogido ese tema. --¡Si solamente supiera --concluyó para sí misma-- cual es su cuello y cuál su cintura!

Evidentemente, Humpty Dumpty estaba enfadadísimo, aunque no dijo nada durante un minuto o dos. Pero cuando volvió a abrir la boca fue para lanzar un bronco gruiñido.

--¡Es... el colmo... del fastidio --pudo decir al fin-- esto de que la gente no sepa distinguir una corbata de un cinturón!

--Sé que revela una gran ignorancia por mi parte --confesó Alicia con un tono de voz tan humilde que Humpty Dumpty se apiadó.

Es una corbata, niña; y bien bonita que es, como tu bien has dicho. Es un regalo del Rey y de la Reina. ¿Qué te parece eso?

--¿De veras? --dijo Alicia encantada de ver que había escogido después de todo un buen tema.

--Me la dieron --continuó diciendo Humpty Dumpty con mucha prosopopeya, cruzando un pierna sobre la otra y luego ambas manos por encima de una rodilla-- me la dieron... como regalo de incumpleaños.

--¿Perdón? --le preguntó Alicia con un aire muy intrigado.

--No estoy ofendido --le aseguró Humpty Dumpty.

--Quiero decir que, ¿qué es un regalo de incumpleaños?

--Pues un regalo que se hace en un día que no es de cumpleanos, naturalmente.

Alicia se quedó considerando la idea un poco, pero al fin dijo: --Prefiero los regalos de cumpleaños.

--¡No sabes lo que estás diciendo! --gritó Humpty Dumpty--. --A ver: ¿cuántos días tiene el año?

--Trescientos sesenta y cinco --respondió Alicia.

--¿Y cuántos días de cumpleaños tienes tú?

--Uno.

--Bueno, pues si le restas uno a esos trescientos sesenta y cinco días, ¿cuántos te quedan?

--Trescientos sesenta y cuatro, naturalmente.

Humpty Dumpty no parecía estar muy convencido de este cálculo. --Me gustaría ver eso por escrito --dijo.

Alicia no pudo menos de sonreir mientras sacaba su cuaderno de notas y escribia en él la operación aritmética en cuestión:

                 365

                  -1

                -----    

                 364

Humpty Dumpty tomó el cuaderno y lo consideró con atención. --Sí, me parece que está bien... --empezó a decir.

--Pero, ¡si lo está leyendo al revés! --interrumpió Alicia.

--¡Anda! Pues es verdad, ¿quién lo habría dicho? --admitió Humpty Dumpty con jovial ligereza mientras Alicia le daba la vuelta al cuaderno. --Ya decía yo que me parecía que tenía un aspecto algo rarillo. Pero en fin, como estaba diciendo, me parece que está bien hecha la resta... aunque, por supuesto no he tenido tiempo de examinarla debidamente... pero, en todo caso, lo que demuestra es que hay trescientos sesenta y cuatro días para recibir regalos de incumpleaños...

--Desde luego --asintió Alicia.

--¡Y sólo uno para regalos de cumpleaños! Ya ves. ¡Te has cubierto de gloria!

--No sé qué es lo que quiere decir con eso de la «gloria» --observó Alicia.

Humpty Dumpty sonrió despectivamente.

--Pues claro que no..., y no lo sabrás hasta que te lo diga yo. Quiere decir que «ahí te he dado con un argumento que te ha dejado bien aplastada».

--Pero «gloria» no significa «un argumento que deja bien aplastado» --objetó Alicia.

Cuando yo uso una palabra --insistió Humpty Dumpty con un tono de voz más bien desdeñoso-- quiere decir lo que yo quiero que diga..., ni más ni menos.

--La cuestión --insistió Alicia-- es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.

--La cuestión --zanjó Humpty Dumpty-- es saber quién es el que manda..., eso es todo.

Alicia se quedó demasiado desconcertada con todo esto para decir nada; de forma que tras un minuto Humpty Dumpty empezó a hablar de nuevo:

--Algunas palabras tienen su genio... particularmente los verbos..., son los más creídos..., con los adjetivos se puede hacer lo que se quiera, pero no con los verbos..., sin embargo, ¡yo me las arreglo para tenerselas tiesas a todos ellos! ¡Impenetrabilidad! Eso es lo que yo siempre digo.

--¿Querría decirme, por favor --rogó Alicia-- qué es lo que quiere decir eso?

--Ahora sí que estás hablando como una niña sensata --aprobó Humpty Dumpty, muy orondo. --Por «impenetrabilidad» quiero decir que ya basta de hablar de este tema y que más te valdría que me dijeras de una vez qué es lo que vas a hacer ahora pues supongo que no vas a estar ahí parada para el resto de tu vida.

--¡Pues no es poco significado para una sola palabra! --comentó pensativamente Alicia.

Cuando hago que una palabra trabaje tanto como esa explicó Humpty Dumpty-- siempre le doy una paga extraordinaria.

--¡Oh! Dijo Alicia. Estaba demasiado desconcertada con todo esto como para hacer otro comentario.

--¡Ah, deberías de verlas cuando vienen a mi alrededor los sábados por la noche! --continuó Humpty Dumpty.

--A por su paga, ya sabes...

(Alicia no se atrevió a preguntarle con qué las pagaba, de forma que menos podría decíroslo yo a vosotros.)